Una crítica a la cotidianidad de la mayoría de los mexicanos, una realidad dolorosa que como sociedad hemos normalizado para poder sobrellevarla. Ocho de cada diez nos acerca al contexto de la incipiente justicia y el nulo Estado de Derecho en México. Recogiendo estos conceptos, los materializa en las vidas de Aurelio, mejor conocido como “el caras” y Citlali, ambos arrastrados por historias marcadas por la violencia, la pérdida y la incapacidad de las autoridades para realizar su trabajo. Aurelio es un padre de familia cuyo hijo, mejor conocido para las autoridades como “CI/CUH/T3-1/245/09-18 (número de carpeta de investigación), ha sido asesinado en una plaza.  La denuncia y la investigación se suman a las interminables carpetas del Ministerio Público. Citlali, una sexoservidora marginada, sueña con arrebatar a su hija de las manos de su pareja, un perpetrador de violencia que ha dejado su rastro en la piel de esta mujer. Ambos se topan con un sistema indiferente, indolente, uno incapaz de mostrar empatía por el dolor ajeno.

Ocho de cada diez refleja la profunda crisis sistemática de justicia en nuestro país, una crisis normalizada para la clase obrera y analfabeta que abarca a un gran sector de la sociedad, mismo que no puede acceder a mecanismos de impartición de justicia y de verdad, pues no tienen los medios para comprarlos.

Esta película de Sergio Umansky dibuja en poco menos de dos horas la delgada línea que existe entre víctimas y victimarios en un país donde la corrupción y la impunidad son ya el pan de cada día. La audiencia se dará cuenta de esta delgada línea pues Aurelio pasa de ser una víctima indirecta por la muerte de su hijo, a convertirse en el principal detective y victimario ante los supuestos asesinos.

Umansky sugiere pensar en los factores de riesgo que gran parte de la población experimenta a diario: la falta de red de apoyo familiar, las condiciones precarias laborales, entre otras, mismas que van orillando a las personas a confundir la violencia y la venganza como sinónimos de justicia. Umansky nos invita a preguntarnos ¿qué haríamos en la realidad de Aurelio? ¿hasta dónde llegaríamos para acceder a la verdad? Aurelio podría ser catalogado como un simple homicida, pero ¿lo es realmente?

Ojalá que quien vea esta película pueda reflexionar sobre la deuda histórica que el sistema de justicia tiene con sus víctimas, con las familias de las y los desaparecidos, de las y los asesinados, de las y los torturados, con todas aquellas personas que por su condición social nos les queda más que verse sometidos a la amnesia gubernamental obligada. Ojalá que nos hagamos más conscientes y empáticos con todas aquellas personas que atraviesan situaciones de violencia para movernos a vincular y sentar las bases de un México en paz.

Pablo Balandra.